En el ajedrez político, las piezas se mueven con una libertad que a menudo trasciende la lealtad a los colores de su partido.
Este fenómeno, conocido como transfuguismo político, ha sido objeto de crítica y debate en diversas esferas sociales y políticas.
Tomemos, por ejemplo, la trayectoria de W.M., quien inició su carrera política en las elecciones de 1998 como candidato a Regidor por el PRCS, junto al conocido Dr. China. Este último, famoso por vender jugo de naranja en el parque central y por su distintivo cabello derrizado, ha visto cómo W.M. ha evolucionado hasta convertirse primero en alcade y ahora en candidato a senador por el PLD, FP Y PRM..
Está también el caso de la actual senadora por Puerto Plata, primero Reformista, PRD Y ahora PRM
Además están los casos de Jesús Rafael Cabrera, Javier Clark, Elpidio Almonte, Evelin de la Cruz, Andrecito Brito y Rafelo Almonte con su gente entre otros..
Este caso ilustra la dinámica del transfuguismo, donde se critica a aquellos que abandonan su partido original para apoyar al partido en el poder.
Sin embargo, la Constitución de nuestro país garantiza el derecho a cambiar de afiliación partidaria tantas veces como se nos de la gana, un principio que tanto el PLD como la Fuerza del Pueblo han ejercido en el pasado.
La sociedad dominicana ha presenciado cómo, en busca de mejoras personales o colectivas, algunos están dispuestos a dejar incluso su hogar, reflejando la popular frase de la campaña electoral de 1990 «Uno por su mejoria hasta su casa dejaria» protagonizada por Don Chencho y Don Bartolo, creaciones del cineasta y publicista del patio Camilo Carrau.
La política, a menudo descrita como un entorno sucio e inmutable, nos ofrece, según la Constitución, “media pasta de jabón” para intentar limpiar la “mugre”. Pero, ¿es justo el PLD y Fuerza del Pueblo criticar al gobierno cuando simplemente están saboreando una dosis de su propia medicina?
En conclusión, el transfuguismo político es una realidad que ha tocado a muchos, incluyéndome a mí en las elecciones de 2020.(Danny Chevalier) La pregunta que queda en el aire es: ¿cuándo te tocará a ti?
Fuente Danny Chevalier