La muerte por error de dos jóvenes envangelitos a manos de cuatro miembros de la Policía Naciona pone en evidencia que (1) esos miembros tenían la orden superior de perseguir a unos sospechosos de atraco para matarlos, no para apresarlos, si embargo, (2) se trata de un homicidio involuntario por imprudencia y violación a las reglas del protocolo establecido en la Ley de Policía (3) previsto y sancionado con pena máxima de 2 años de prisión, (4) no pueden ser cancelados sin un juicio disciplinario respetando el debido proceso administrativo, por ahora (5) lo que procede es suspenderlos hasta que un juez los haya condenado por crimen o delito doloso, que no es el caso.
Esa actuación ha puesto en evidencia que no basta con reformar la policía, hay que transformarla, comenzando por reformular el método de entrenamientos.
Es que los policías son formados para matar, entrenados y adoctrinados en desprecio a la vida humana.
Ellos no son los únicos responsables, tambien lo son sus superiores mediatos e inmediatos.
Esos policías no solo mataron dos personas, mataron los discursos del Gobierno y la esperanza de la gente por la reforma institucional.
Estas son las reglas y hay que respetarlas, a pesar de la entendible indignación del Presidente y del país.
Fuente periodista y abogado Cándido Simon